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jueves, 6 de septiembre de 2012

Cuando circular por la ciudad se transforma en una odisea


Las personas con discapacidad se enfrentan con barreras arquitectónicas y culturales para poder trasladarse de un lugar a otro en su día a día; historias de vida de individuos que luchan por superar estos obstáculos
Por Paula Molina  | Para LA NACION


Para el grupo mayoritario, aquellos que ven, escuchan y caminan, la circulación y el paseo por la ciudad se presentan como algo placentero, que no demanda ningún esfuerzo. Para el grupo minoritario, moverse representa todo lo contrario: se erige en un desafío, en enfrentar y superar trabas cotidianas, en algo mucho más profundo. Es que para las personas con discapacidad el traslado incluye la lucha por la defensa de los derechos.

Se trata de superar las adversidades y andar libremente por el lugar al que pertenecen. De disfrutarlo, de recorrerlo, de no padecerlo. De acortar las diferencias y pelear, en definitiva, por un sitio que sea igual para todos.

Ana Bravo tiene 61 años y es una de las personas ciegas que tienen en el país un perro guía. En su caso se trata de Nollie (aunque ella la llama Nali), una labradora que trajo de la escuela estadounidense Leader Dogs. Ana repite que estos animales son de una gran ayuda y que facilitan mucho la movilidad. Sin embargo, aclara, en el país no hay institutos que formen a estos perros y tampoco adiestradores. "Los que queremos tenerlos debemos pagarnos el viaje y además contratar y llevar a un traductor para ir a Michigan. Después, la escuela nos cubre la estada, el transporte interno y nos da los perros. Estamos allá 26 días con los entrenadores, hacemos el acoplamiento para conocernos con el animal. Y volvemos. La adaptación completa demora un año y en la Argentina somos 30 los que tenemos estos perritos", detalla.

Cualquiera que se cruce con Ana y con Nali podrá ver el cartel que advierte que la perra está trabajando. Es que los perros guía no pueden jugar o distraerse. "No todos los ciegos pueden acceder a los perros guía. Tienen que andar por la calle solos, tener buena orientación, movilidad, sentido del espacio, porque la persona es la que decide hacia dónde ir", cuenta.

El recorrido por las calles de Recoleta confirma esto último: Ana y Nali esquivan los obstáculos, circulan sorteando las mesas de los restaurantes, los puestos de flores, las paradas de diarios y revistas, más alguna que otra interrupción que puede resultar molesta, como vallas por el arreglo de una vereda.

A la hora de mencionar las principales trabas respecto de la movilidad, la mujer que es dueña de un maxiquiosco en el Hospital Garrahan se refiere a los automovilistas que no respetan la senda peatonal. "Igualmente, la verdad es que noto muchos avances. Las veredas están en mejor estado, hay más rampas. Los subtes, por ejemplo, tienen marcado con un relieve en el piso cuando empieza la escalera, cuando termina; también los bordes del andén. Hay más ascensores parlantes que te avisan en qué piso estás, aunque todavía hay que mejorar en esto", analiza. Y agrega: "Noto que la sociedad toma más conciencia, que habla más. La discapacidad ya no es un tema tabú".

En ese sentido, el padre Pablo Molero, coordinador del Foro PRO (por la promoción y la defensa de los derechos de las personas con discapacidad) coincide, pero quiere ir más allá: "Falta inversión, tomar una política para promover, por ejemplo, que todos los edificios sean accesibles. La ciudad todavía está muy en deuda. Hay un interés en el tema, pero no profundidad en la resolución. Faltan decisiones políticas, mayor compromiso".

Moverse con autonomía es el desafío que Ana, una licenciada en Trabajo Social que eligió no ejercer su profesión y es tesorera de la Biblioteca Argentina para Ciegos, aprueba a diario. Nació con glaucoma (una enfermedad del ojo que le roba la visión de manera gradual) y perdió la vista a los 7 años. "Desde ahí tuve que ir a una escuela especial. Otra mejora, ¿ves? Hoy hay escuelas primarias y secundarias integradoras", explica.

Para trasladarse, Ana utiliza colectivos y taxis. Y va con Nali. Es que en la ciudad de Buenos Aires la ley 429/2000 permite el acceso de perros guía al transporte público, espacios públicos o de acceso público. Claro, muchos desconocen esto y por eso ella debe pelearse con choferes o taxistas que se niegan a llevarla. "En 13 años, que es el tiempo que llevo moviéndome con perros, nunca me bajé del taxi. Me he peleado, me desgasté muchísimo, pero siempre pensé que tenía ese derecho. Así que voy con la fotocopia de la ley en la cartera, por si no me dejan entrar a algún lado."

Una mujer de carácter

Romina Cutello es una mujer de carácter. Desde su silla de ruedas defiende sus derechos con voz alta. Si va a un teatro que tiene escaleras pide que la ayuden a subir. Si un lugar no cumple con los requisitos como para que ella pueda moverse, hace la denuncia. Así escribió varias veces a la página del GCBA para pedir que hicieran rampas por la zona de Monserrat, su barrio.

"Utilizo un poco mi astucia para moverme y trato de evitar las dificultades", afirma, mientras circula por la calle Alsina, en la zona de Congreso. Al llegar a la esquina con Solís, apenas a dos cuadras del Congreso de la Nación aparece una traba: no hay rampa para cruzar a la otra vereda. "Cuando esto ocurre, tengo que moverme hasta alguna esquina que tenga rampa, y volver. O si no, bajar en una salida de garaje y retomar por la calle", cuenta.

Romina, que tiene 43 años y está buscando trabajo, impone su personalidad y no se amedrenta si, por ejemplo, las mesas y sillas de un restaurante le impiden el paso: ahí mismo hace levantar a quien sea para poder seguir su camino. "Me muevo con libertad. Y la respuesta de la gente es muy buena, hay personas muy solidarias. Claro, todavía faltan cosas por mejorar", comenta Romina.

La ONG Acceso Ya aporta el dato de que de las 2.176.123 personas con discapacidad de la Argentina, el 39,5% padece discapacidad motora. Dentro de este grupo, el 61,6% tiene afectado los miembros inferiores.

Romina nació con su discapacidad y a los 19 años comenzó a usar la silla. Tiene dos: la mecánica y la común. Esta última es la que usa si quiere tomar un taxi. "Cuando quiero, tengo que pedir uno por teléfono y aclararles que estoy con la silla, porque tiene que entrar en el baúl", detalla. También se maneja en colectivo: "Si me para uno que no tiene rampa, pido que alguien me suba. En cuanto a este medio de transporte hice varias denuncias porque no hay buen mantenimiento de las rampas, algunas no están en buen estado y eso nos complica", dice.

Al igual que Ana, ella también nota progresos: "Se hicieron y se siguen haciendo muchas rampas, algo fundamental para nosotros. Además, ahora los lugares públicos o los edificios tienen que tenerlas, obligatoriamente, por ley. Otro tema es el de los baños para discapacitados, que no todos los restaurantes u otros sitios los tienen. Pero yo creo que se va a mejorar en ese aspecto".

Juan Manuel Soria es hipoacúsico de nacimiento y usa audífono. Es fotógrafo free lance (su página es www.juanmanuelsoria.com.ar ) y no tiene ningún inconveniente para moverse por la ciudad. "Soy ansioso como todos los sordos. Algunos creen que no pueden porque tienen miedo, como todo el mundo. Hay que remar mucho, es cierto. Pero se puede. En cuanto al transporte, nunca tuve problemas porque camino, ando en bicicleta y a veces tomo subtes y colectivos sin drama", cuenta.

Las dificultades para aquellos que no pueden oír quedan expuestas en algunas situaciones. Por ejemplo, cuando en los subtes anuncian por altoparlante que el servicio está demorado, interrumpido o tiene algún problema. ¿Cómo se resuelve? Muchos de ellos se dan cuenta cuando ven los rostros de las personas que los rodean. Y si no, consultando al que está cerca.

"Mi punto fuerte es la perseverancia, el amor propio y la paciencia", explica Juan, de 37 años. El desafío es sortear adversidades cotidianas. En ese sentido coincide con Ana y con Romina: las mejoras están a la vista. "Noto un poco mejor todo y veo que hay un poco más de atención a las personas con discapacidad. Por supuesto hay cosas por corregir", expresa. En esa lista de detalles por enmendar incluye el tema del Closed Caption (subtítulos ocultos): "Todavía no está bien resuelto porque hay muchas personas que no tienen plata, ¡pero todos tenemos derechos de tener Closed Caption!", reclama.

Y agrega: "Por ley, los programas de televisión abierta deben incorporarlo. Lamentablemente lo ponen sólo en las noticias y a mucha gente le encantan las novelas de Suar, por ejemplo. Por eso hay gente a la que le da mucha bronca e impotencia". Su secreto, finaliza, es moverse libremente: "Soy activo, inquieto, perseverante y trabajador".

PARA SABER MÁS

Acceso Ya

www.accesoya.org.ar

Fundación Rumbos

www.rumbos.org.ar

La Usina

www.usina.org

Asociación Argentina de Sordos

www.aso.org.ar

Asociación de Ayuda al Ciego

www.asac.org.ar

52,2%

De los teatros y cines porteños son inaccesibles

95%

De las escuelas privadas y el 75% de las escuelas públicas porteñas no cumplen con condiciones mínimas de accesibilidad

88%

Del transporte porteño no está adaptado para personas con discapacidad

71%

De las sucursales bancarias no son accesibles.

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1503919-cuando-circular-por-la-ciudad-se-transforma-en-una-odisea

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