La salud ocular de los niños está en manos de los adultos que los rodean, especialmente de los padres y del pediatra; de ellos dependerá que los problemas oculares del pequeño sean diagnosticados de forma precoz., instaurando el tratamiento adecuado en los casos que lo requieran.
Se debe ir al oculista por primera vez cuando:
CUÁNDO ACUDIR AL OFTALMÓLOGO
- Si el niño desvía los ojos.
- Si tiene problemas en visión próxima: se acerca al papel al leer o escribir.
- Si tiene problemas en visión lejana: para ver la pizarra o la TV.
- Dolores de cabeza tras esfuerzo visual.
- Ojos rojos, legañas, lagrimeo.
- Reflejo pupilar blanquecino.
- Movimientos erráticos de los ojos.
- Diferente visión entre un ojo y otro.
- Antecedentes familiares de miopía, hipermetropía, astigmatismo u otras enfermedades oculares
- Los ojos del bebé tiemblan o se desvían sin motivo alguno.
- Cuando los ojos no siguen la cara ni la voz de los padres. Después del primer mes de vida el bebé ya puede seguir el rostro de la persona que lo tiene en brazos.
- Cuando las pupilas de los ojos son demasiado grandes o pequeñas.
- Cuando las pupilas de los ojos no son oscuras y sí opacas, como si tuviesen un filtro nublado.
- Cuando los ojos no se presentan alineados, y sí cruzados o enfocados hacia fuera.
- Cuando sospeches que la posición de los ojos de tu hijo no es correcta. Presenta desvíos y sospechas de estrabismo.
- Cuando existen antecedentes de alteraciones en la visión dentro de la familia.
- Cuando tengan de 2 a 6 años para realizar una revisión completa, aunque no se detecte nada anormal
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