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domingo, 5 de mayo de 2013

Norma, una madre que corre para que la enfermedad no alcance a su hijo


Norma, una madre que corre para que la enfermedad no alcance a su hijo
Por: FLOR NADYNE MILLLÁN M. |
7:00 a.m.  | 02 de Mayo del 2013

Norma Bastidas corre en los cinco continentes para luchar contra la ceguera que sufre su hijo mayor.

"Corre, Norma, corre!" parece que le hubiera gritado su conciencia tras enterarse de que su hijo mayor, Karl, de 18 años, sufre de distrofia de conos y bastones, enfermedad por la que está perdiendo la visión de manera progresiva y que no tiene cura. La reacción de Norma Bastidas frente al devastador diagnóstico, casi por instinto, fue salir corriendo y no detenerse.
Y no ha parado. Ella aprendió a capitalizar el dolor. Hace siete años esta mexicana, radicada hace 15 en Canadá, emprendió la carrera más loca y a la vez más sensata de su vida: convertirse en corredora de ultramaratones, es decir, recorrer distancias de 50 a 350 kilómetros para costear el tratamiento contra la ceguera irreversible que amenaza a Karl.
Sus pasos la han llevado lejos. Hoy, su causa ayuda a financiar organizaciones como el Instituto Nacional Canadiense para Ciegos y otras alrededor del mundo. Los fondos recaudados se reparten entre programas de rehabilitación para personas con problemas de visión, investigaciones en busca de cura, tratamientos para combatir ceguera prevenible en niños de India y África y entrenamiento de perros guías.
Su historia de coraje y superación llamó la atención de Julia Roberts, que la incluyó en el documental Madres extraordinarias, producido y presentado para Discovery Home & Health, en el que se destacan mujeres fuera de serie como la corresponsal de CNN Christiane Amanpour o la ex secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, y que se emitirá el 12 de mayo, a las 10 p.m.
La vida de Norma parece una carrera de obstáculos que terminó por formarla como la ultramaratonista que es. Una mujer capaz de correr en las condiciones más adversas en el Ártico, la jungla brasileña, el desierto del Sahara o el Gobi en China. Hija de un padre alcohólico, abusada sexualmente desde los 12 años por alguien cercano a su familia y con una juventud salpicada de drogas y vejaciones, cuando quiso ser otra mujer, lo consiguió.
Su primera maratón la corrió a los 39 años con escasos seis meses de entrenamiento. Ya lleva cinco de estas carreras en su cuenta y 25 de larga distancia. Desde su casa en Vancouver, Canadá, esta madre de dos adolescentes y divorciada confirma su positivismo desbordante y esa impresionante capacidad de recuperación que la ha hecho famosa.
¿Se considera una madre extraordinaria?
No. Por eso me tomó por sorpresa que me llamaran para hacer parte de este documental porque hago lo que cualquier madre haría por un hijo.
¿Por qué decidió correr ultramaratones?
Por estrés. Vivía en un país extraño, perdí mi trabajo y con el diagnóstico de Karl quería sacar toda mi tensión. Necesitaba levantarme con energía cada mañana.
Usted participó en ‘la carrera de la muerte’ pero con esta, curiosamente, renació…
Sí; la llaman así no porque la gente se muera, sino porque cuando uno atraviesa la línea está tan pálido que parece un fantasma. Y para motivarme les pedí a amigos que me dieran un dólar por cada kilómetro recorrido. A las dos semanas tenía una donación de 3.200 dólares. Me mandaban dinero para que no volviera a correr una ultramaratón (risas). Ahí comprobé que nos limitamos solamente porque no nos damos la oportunidad de creer en lo que podemos lograr.
¿Y qué le dicen sus hijos?
Están muy orgullosos. Lo que más me gustó es que los maestros de Karl comenzaron a sentir más simpatía por él. Y pasó lo que él quería: un trato con más dignidad, que si se tropezaba y caía en frente de todos, lo ayudaran. Le tienen más cariño y solidaridad.
¿Cómo es la condición actual de Karl?
Dentro de lo que cabe, está muy bien. Tiene hipersensibilidad a la luz y usa sus lentes y cachucha cuando sale. Su visión es como la de un abuelo de 70 años, no está tan mal, aunque hay muchos colores que no distingue, especialmente los pasteles. En el sol sufre ceguera legal, ve formas pero no distingue a las personas, tienen que hablarle para identificarlas. Pero no se limita; es artista visual, pinta muy bien y hace esculturas.
Frente a esta enfermedad, ¿se siente frustrada?
Todavía no la acepto, por eso lucharé para buscar una cura hasta el día que me muera. Me interesa que él viva bien, pero no significa que acepte su condición. No hay día que no lo vea y desee que esté por completo bien y me acuesto con la idea de que él pueda ver a sus nietos. Le pido a Dios que la enfermedad no avance muy rápido.
¿No hay una forma menos dura de ayudar a Karl?
No. Cuando uno lleva una vida sana atrae decisiones sanas. Mi responsabilidad como mujer y mamá es estar sana, y si no lo estoy, no voy a darles lo mejor a mis hijos. Es que nadie te va a cuidar; debe ser tu prioridad. Es como cuando a uno le dicen en el avión que se ponga primero la máscara de oxígeno si quiere ayudar a otros.
Qué tan cierto es que también corría para que sus hijos no la vieran llorar…
Sí; había días en que sentía que no podía respirar y me di cuenta de que las lágrimas por dolor del alma duraban mucho menos que la satisfacción de correr. Hacerlo me da un balance increíble porque ser madre es difícil, y más si eres divorciada y trabajas tiempo completo. Correr es liberador, y si lloras, nadie te escucha (risas).
Las mujeres le tememos al paso de los años; ¿por qué se siente mejor a los 45 que a los 20?
Porque me veo muchísimo mejor, estoy sana. Yo tomaba y fumaba mucho desde adolescente hasta los 25. Lo dejé cuando me casé y pensé en tener hijos porque necesitaba estar saludable.
¿Usted puede vivir de correr?
Todo lo que recaudo se va a organizaciones de caridad. Yo vivo de ser entrenadora personal, actriz de películas y de series de televisión como Arrow y le ayudo a una hermana en un negocio de batidos naturales. Estos trabajos me dan la flexibilidad para entrenar.
"ME DEJO VENCER O LUCHO"
¿Cómo supera un pasado de abusos sexuales y de drogas?
Los límites humanos son infinitos y más si te rodeas de gente positiva. Escribí un libro (Running Home) para inspirar a la gente que ha perdido la fe y para la que está a punto de hacerlo. Eso ayuda; por algo una amiga me dice: "Me choca hablar contigo; si hay alguien que tiene excusas para ser negativa eres tú, pero no lo eres".
¿Cuándo decidió cambiar de vida?
La primera violación sucedió a los 12 años y por eso bebía. Era mi manera de sacar todo eso… Una vez que eres vulnerable y víctima es muy fácil que sigas viviendo situaciones similares. A los 24 pasaba una y otra vez con desconocidos, estaba perdida, hasta que me hallé golpeada, desfigurada en un hospital. Fue cuando dije: "Me dejo vencer o lucho". Estaba cansada. Mis amigos me dijeron que si seguía así terminaría muerta, y dejé de salir a fiestas y de emborracharme los fines de semana.
Una de las mayores ironías es que quien abusó de usted era ciego y ahora usted lucha contra la ceguera de su hijo…
Sí; por eso cuando me enteré de la enfermedad de mi hijo sentí que se me acabó el mundo. Entonces decidí hablar sobre los abusos de los que fui víctima. Me tomó mucho trabajo. Pero era una ironía tan grande que lo tenía que superar por ellos. No la podía usar como excusa para volver a beber en mis momentos de estrés.
¿Su mamá se enteró?
No, porque estaba tratando de sacar adelante a sus hijos, y mis dos hermanos, de 18 y 17 años, trabajaban porque hacía falta el dinero. No les conté para no herirlos. Ahora que lo saben les duele mucho. Sé que ellos no me fallaron a mí ni a mi hermana, también abusada.
¿Cómo es su relación con su mamá?
Ella es una mamá extraordinaria porque sacó a cinco niños adelante y nadie le dio medallas ni le pidió entrevistas, como hacen conmigo. Cuando me divorcié, ella dejó la comodidad en México para cuidar a mis hijos mientras yo iba a la universidad.
¿Cómo celebrarán el Día de la Madre?
Correré 5 kilómetros con mis hijos (risas).
Su próximo reto…
Un ironman, triatlón de larga distancia: se nadan 4,8 kilómetros, se recorren en bicicleta 180 y se corre una maratón. Se hará a diario por 25 días, desde Chiapas hasta Tijuana, México.
¿De dónde saca voluntad para entrenar seis horas diarias todos los días?
De pensar si dejo pasar la vida o trato de darle un sentido porque las cosas muchas veces no lo tienen, pero les puedo dar el que quiero si están bajo mi control. Hay otras que no puedo controlar, por ejemplo, estoy soltera todavía.
Y eso le preocupa…
No. La persona indicada llegará, alguien con quien compartir, no por miedo a estar sola, sino porque es el adecuado. Yo no necesito que venga a rescatarme. No me lo merezco ni mis hijos.
Fotografía: Discovery H&H
Fuente
http://www.eltiempo.com/carrusel/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-12773721.html

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