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miércoles, 8 de febrero de 2012

Lo ocurrido en Neverland - Relato del Sr. Fernando Galarraga

Aviso que puede ser largo este relato pero los invito a compartirlo:

Esta tarde resolvimos ir con mis dos nenes al parque de diversiones Neverland que está en el Abasto Shopping para pasar juntos una tarde divertida, antes que ellos partan a seguir de vacaciones con su mamá.
Cargamos dos tarjetas y de entrada nomás ¡me metieron en la montaña rusa! Vencí mis temores a estos juegos y afronté el desafío que no fue para tanto debo ser sincero. Además, ¡las risas de Nehuén y Cintia con mi susto no tienen precio!
Cuando bajamos fuimos a los autitos chocadores y ahí comenzaron los problemas. Aclaro en este punto por si este relato llega a personas que no me conocen que yo soy ciego total.
La responsable del juego expresó entre varios argumentos que yo no podía subir con la nena porque ella era chiquita para manejar, que con el nene más grande Cintia no podía subir porque tenía que ser mayor de 18 años, que si yo subía no podía manejar porque no veía y cuestiones de seguridad, entre otras muchas supuestas protecciones para mis hijos y para mi.
Pedí el libro de quejas y nos apartamos para no molestar a los demás niños y sus familias que también querían divertirse.
Funcionó el juego y el libro no aparecía. Volví a pedirle el libro a la chica y luego de esperar 35 minutos y escuchar a otros responsables del parque que venían a repetirme sus fundamentos, dejamos asentada nuestra protesta por este trato y sus pretendidas formas de cuidarnos que le impidieron disfrutar de ese juego, el que más le gusta a mi hija.
Cuando nos desplazamos a otro juego, los encargados vinieron a repetirnos como parlante los mismos argumentos: que por seguridad, que por disposiciones de la empresa, que me entendían pero.. y varias frases remanidas que uno está acostumbrado a escuchar pero que mis hijos no tenían por qué haber soportado cuando sólo queríamos divertirnos los tres juntos. Además, a este parque fuimos muchas veces, con otras personas ciegas, se que amigos ciegos también fueron y que yo conozca, nadie tuvo jamás estos problemas para acceder a juegos que, por otro lado, son sencillos en esta gama de parques.
Después se les ocurrió la idea de que mi hija si podía subir con un acompañante, que hasta yo podía disfrutar de este beneficio y que ni me iba a enterar de que estaba acompañado por un empleado de la empresa. Por supuesto que rechacé de plano tal alternativa y nos retiramos a tomar un helado y tratar de olvidar el mal momento que los tres pasamos. Los responsables del parque nos seguían diciendo que querían que también nos divirtiéramos, que no nos vayamos así y que nos iban a devolver el dinero que no pudimos gastar en los juegos.
Cuando fui a registrar la queja en atención al cliente del Abasto Shopping, nos manifestaron que no conocen la existencia de ninguna reglamentación de seguridad que exprese que una persona ciega no puede subir a los juegos si no lo hace acompañada por un adulto.
En fin, esta gente logró que nuestra tarde de juegos no fuera para nada divertida y entiendo que no tienen ningún derecho de robarles así la alegría a mis hijos porque su padre sea ciego y ellos desconozcan o decidan ignorar nuestros derechos como personas con discapacidad.

Fernando Galarraga

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