Una clase magistral de fútbol sala para ciegos dieron tres integrantes de River Plate en el gimnasio municipal ante unas 300 personas. Dentro de los jugadores del equipo millonario estuvo Diego Cerega, integrante del reconocido equipo de “Los Murciélagos”. Una particular manera de ver la vida que le permite a uno descubrir el verdadero sentido de los colores, de las formas y sobre todo del silencio y los sonidos.
Uno de los momentos más emotivos dentro del deporte en Esquel se vivió en la jornada del sábado cuando tres integrantes del equipo de fútbol sala para ciegos de River Plate, donde estaba incluido uno de “Los Murciélagos”, dieron una cabal muestra de sus capacidades futbolísticas y sobre todo su entereza para seguir luchando en esta vida, que de por sí ya es por demás complicada, según la óptica de un normal (si uno puede asegurar que somos normales).
Es que cinco ilustres visitantes desplegaron en nuestra ciudad las bondades del fútbol para ciegos, y sobre todo abrieron el manual de la tolerancia, del respeto hacia el distinto y sobre todo el demostrar (y demostrarnos) que ante la falta de la visión, lo esencial de la vida “es invisible a los ojos” como lo detalla de manera fantástica Antoine De Saint-Exupery en su inolvidable obra “El Principito”
Es que tres jugadores de River Plate, Daniel Sotomayor, José Luis López y el verborrágico Diego Ariel Cerega dieron una muestra cabal del dominio del balón con cascabeles, del sentido de la orientación, de la agudeza auditiva y sobre todo del “gracias a la vida” que a pesar de la falta de colores fueron capaces de pintar un mundo lleno de rosas (seguro con espinas) pero con muchas satisfacciones y que son reconocidos en todo el país, no por ser los cieguitos, sino por sus logros deportivos y sus logros personales, que mucho valen.
Gracias a las gestiones realizadas por la Coordinación de Educación Física de la Región III°, Con Virginia Weistock y Cristian Pucci como referentes, se llevó a cabo desde el viernes y por el lapso de tres jornadas, un curso de capacitación de Fútbol Sala para ciegos donde tomaron parte unos 50 profesores y estudiantes del profesorado de Educación Física.
Ademas de los futbolistas, llegaron a Esquel el entrenador de River Plate en esta disciplina (y ex entrenador de los Murciélagos) Matías Andrioli, además de la profesora Marisa Loekemeyer, quien trabaja en el área de discapacidad desde hace más de 20 años.
Luego de la ceremonia de apertura que tuvo lugar en la tarde del viernes en el Melipal, con la presencia del Intendente de Esquel Rafael Williams, el curso arrancó en el SUM de la Escuela 76, donde tanto Matías como Marisa desplegaron sus conocimientos en las cuestiones físicas y técnicas del fútbol sala para ciegos, disciplina que le ha dado a la Argentina inmensas satisfacciones tanto en Mundiales de Fútbol Sala como en diversos Paraolímpicos, sin olvidarnos que el equipo de “Los Murciélagos” fue finalista en los Juegos Panamericanos para deportes de discapacidad en Guadalajara y sacó los pasajes a Londres 2012.
Pero lo más lindo y emotivo a la vez, ocurrió el sábado en el Gimnasio Municipal, donde los tres jugadores ciegos (pero con un GPS en su cabeza) demostraron sus inmensas habilidades con la pelota, un amplio conocimiento del tiempo y del espacio y, sobre todo, una gran capacidad auditiva que le permite como “murciélagos” que son orientarse en cualquier tipo de terreno.
Ya en horas de la tarde, y con las puertas abiertas del gimnasio donde se congregaron un número cercano a las 300 personas, dieron una exhibición de este juego enfrentando a distintos equipos con jugadores convencionales, entre ellos el campeón local de fútbol sala Transporte Wenu, donde pusieron toda su voluntad pero sucumbieron ante un equipo que tuvo mejor visión del juego. El momento de las fotos, los interminables abrazos y el compromiso de seguir aportando un granito de arena para que la ceguera sea solo un momento de crisis para las personas que sufren por ello y que desde allí ellos puedan demostrar que son capaces de alcanzar los sueños, como el de estos muchachos, que pueden convertir un gol, que pueden jugar al fútbol al más alto nivel y que sean reconocidos no por su ceguera, sino por su noble manera de lucharle a la vida y de ganarle por goleada.
Fuente: El Chubut (Argentina) 05-12-11
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