Selecciona tu idioma / Selected languaje

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Género y salud ocular: ¿Por qué consideramos el género al hablar de pérdida de visión?

En la última década, ha habido cada vez más evidencias de que las mujeres están afectadas por ceguera e impedimento visual en mucho mayor grado que los hombres.

Una revisión sistemática de las encuestas globales de ceguera basadas en la población realizadas entre 1980 y 2000, ilustró que la ceguera es aproximadamente 40 por ciento más común en mujeres que en hombres (en personas mayores de 50 años).1 Desde entonces, también ha habido varias grandes encuestas nacionales (por ejemplo en Paquistán y Nigeria) así como también muchos estudios de evaluación rápida de ceguera evitable (RAABs por sus siglas en inglés), los cuales han confirmado los primeros hallazgos. Sabemos ahora que, ser mujer es un factor de riesgo significativo para algunas enfermedades oculares; también es un factor importante en la utilización de los servicios de atención ocular:

  • Las mujeres constituyen el 64% del número total de personas ciegas a nivel global (valor resumido).
  • En muchas áreas, los hombres tienen el doble de probabilidades de obtener acceso a atención ocular.2

Las tasas altas de ceguera e impedimento visual en mujeres puede ser abordadas desde tres perspectivas diferentes: factores de riesgo, acceso a servicios y expectativa de vida.

1. Factores de riesgo. Las diferencias sociales y culturales entre hombres y mujeres pueden exponer a las mujeres a un riesgo más alto de enfermedades oculares. Por ejemplo, en países donde el tracoma es endémico, el rol de la mujer como cuidadora de niños significa que ésta tiene más probabilidades de desarrollar triquiasis tracomatosa; esto es debido al incremento de exposición a niños con tracoma. Las diferencias biológicas entre hombres y mujeres también pueden llevar a un riesgo aumentado de algunas enfermedades oculares en mujeres. Por ejemplo, existe buena evidencia que las mujeres tienen una incidencia de catarata un poco mayor que los hombres. Las razones de la alta incidencia no se comprenden totalmente, pero podrían contribuir las diferencias hormonales.3

2. Acceso a servicios. Las diferencias sociales, culturales y económicas que existen entre hombres y mujeres también pueden conllevar un acceso reducido a servicios para mujeres. Por ejemplo, las mujeres pueden no tener libertad de movimiento, su necesidad de atención ocular puede no ser considerada tan urgente o importante como la de los miembros masculinos de la familia, o pueden no tener autoridad en la toma de decisiones de las finanzas dentro de la familia para pagar los servicios de atención ocular. Además, la responsabilidad de cuidar a los niños puede hacer difícil que ellas salgan de la casa. Los temores de las mujeres con respecto acerca de cómo la perdida de visión puede afectar su estatus en la familia, pueden también hacerles menospreciar su pérdida de visión (y por consiguiente, la necesidad de atención o cirugía ocular); algunas pueden priorizar las necesidades de su familia por encima de su propia necesidad de atención ocular.

3. Expectativa de vida. Es importante recordar que, en la mayoría de las culturas, las mujeres tienen una expectativa de vida más larga que los hombres. Como las enfermedades visuales aumentan con la edad, esto significará que hay más mujeres con ciertas patologías oculares; particularmente las que ocurren tarde en la vida.

En reconocimiento a éstas desigualdades en la salud ocular de hombres y mujeres el tema del Día Mundial de la Visión 2009 fue “Género y Salud Ocular”. El uso de la palabra género en el tema es muy específico: mientras que el término “sexo” hace referencia a las diferencias biológicas que nos hacen varón o hembra, “genero” hace referencia a los roles que se esperan que las mujeres y los hombres desempeñen en su cultura o sociedad. Así como vimos más arriba, estos roles diferentes a menudo tienen un impacto directo (y negativo) en la salud ocular de las mujeres.

Las siguientes áreas requieren atención si queremos encarar las desigualdades de género en salud ocular.

Catarata

Existe evidencia que los hombres y mujeres adultos siguen teniendo acceso desigual a los servicios de catarata. Debido a que las mujeres tienen una incidencia un poco más alta de catarata y tienden a tener una expectativa de vida más larga que los hombres, las mujeres deberían representar del 60 al 65% de todas las operaciones de catarata. Sin embargo, análisis recientes de 22 estudios basados en la población en 17 países de bajos y medianos ingresos ilustró que, en todos los estudios excepto uno, más hombres que mujeres recibieron cirugía de catarata.2

Pueden haber diferencias de género en la calidad de cirugía de catarata que reciben las personas. En algunos entornos, las mujeres tienen menos probabilidades de recibir cirugía con lentes intraoculares (LIO) comparadas con los hombres. Debido a que pocos entornos reportan datos de resultados de rutina, no hay información de la magnitud de esta desigualdad.

Tres abordajes han demostrado mejorar el acceso a la cirugía de catarata en mujeres: Facilitar los servicios a las mujeres, orientar a miembros de las familias y utilizar mujeres para “alcanzar” a las mujeres.

1. Facilitar los servicios a las mujeres. En gran parte de África y Asia, proveer transporte al hospital es esencial para alcanzar a las mujeres mayores de áreas rurales. Debido a restricciones financieras, sociales y culturales, estas mujeres a menudo no pueden viajar al hospital para acceder a los servicios. Los estudios de los patrones de utilización de cirugías, tal como el realizado en Tanzanía,4 también confirman la importancia de las actividades extra-muros para alcanzar a las mujeres que sufren de catarata.

2. Orientación a miembros de la familia. En la mayoría de los países de bajos y medianos ingresos, las mujeres de edad mayor suelen no tener la capacidad de tomar decisiones individuales en lo que se refiere a su propia salud. En la mayoría de los casos la toma de decisiones es atribución de esposos o hijos. Una mujer mayor no estará en la posición de aceptar la cirugía a no ser que la familia le apoye para hacerlo. La orientación de los miembros de la familia, aún cuando la cirugía se brinde a un precio altamente subsidiado o gratuitamente, parece ser un abordaje importante en lo que se refiere a mujeres.5

3. Utilizando mujeres para alcanzar mujeres. Tal como colegas de Paquistán, Egipto e India han notado en este volumen, la contribución potencial del contacto de mujer a mujer puede ser considerable, ya que tiende a establecer confianza entre las mujeres y los proveedores de atención médica.

Para todos los proveedores de atención ocular, un primer paso crítico es comenzar a monitorear el uso de los servicios y el resultado de la cirugía separadamente para hombres y mujeres. Una revisión crítica de los datos de los programa de rutina puede ser una herramienta extremadamente poderosa para establecer la magnitud del problema y para alentar al personal del programa a comenzar a explorar posibles soluciones.

Tracoma

El tracoma es una de las pocas enfermedades oculares de “ciclo de vida”, es decir, que afecta a personas de todas las edades en las áreas endémicas del mundo. Un trabajo reciente en Sudán del Sur, ha demostrado la triquiasis en niños, demostró que las niñas tienen 1.5 más probabilidades de desarollar triquiasis que los niños.6 Puede haber alguna razón biológica por la que las niñas desarrollen una respuesta más intensa a la Chlamydia trachomatis, lo cual sería la razón principal por la que mujeres (de todas las edades) tienen 1.8 veces más probabilidades de padecer triquiasis, comparado con varones7, y quizá también está relacionada a los roles y responsabilidades de género como cuidadoras de niños.

Tal como lo indica la estrategia SAFE, tratar el tracoma requiere que los planificadores y prestadores de atención médica consideren todas las maneras de llegar a las comunidades y encarar las necesidades de mujeres y niñas. Las intervenciones pueden estar relacionadas con el uso del agua, letrinas, distribución de antibióticos o cirugía para la triquiasis. El manual recientemente publicado, Mujer y Tracoma: Logrando la Equidad de Género en el Control del Tracoma, aspira brindar estrategias a todas las partes involucradas en el control de tracoma para asegurar que la inequidad actual en la carga del tracoma pase a la historia.

Ceguera Infantil

La ceguera nutricional (como la deficiencia de vitamina A) que fue alguna vez la causa más común de ceguera en niños; se ha vuelto poco frecuente8, excepto en áreas de extrema pobreza o disturbios recientes. Como resultado de esto, la catarata congénita y de desarrollo han emergido ahora como causa común de ceguera en varios entornos del mundo. Con el establecimiento de centros oftalmológicos pediátricos terciarios, se han generado reportes de la utilización de servicios que no estaban normalmente disponibles anteriormente. Estos reportes ilustran que, generalmente, una cantidad significativamente mayor de varones que niñas reciben cirugía para catarata congénita o del desarrollo. Como Bronsard y Shirima mencionan en su artículo en este volumen, si bien la inequidad de género en la utilización de los servicios (quirúrgicos o de anteojos postoperatorios y dispositivos para la visión baja) tal vez exista, no necesita ser inevitable. El reconocimiento de la inequidad de género en la respuesta a los servicios es el primer paso para encontrar las maneras de corregirla.

Glaucoma y retinopatía diabética

Si bien los asuntos de género en torno al glaucoma y la retinopatía diabética no son explorados en este volumen, esto no significa que deben ser ignorados.

Existe clara evidencia proveniente de Asia occidental, de que las mujeres tienen una incidencia más alta de glaucoma primario de ángulo cerrado (PACG, por sus siglas en inglés) comparada con los hombres.9

No ha habido investigaciones adecuadas para determinar si las mujeres con PACG tienen igual acceso a los servicios (o resultados similares) que los hombres.

Parece no haber una diferencia relacionada al sexo en la incidencia del glaucoma primario de ángulo abierto, pero los pocos estudios de la utilización de servicios sugieren que los hombres tienen más probabilidades que las mujeres de recibir servicios quirúrgicos.10

Los hospitales que proveen tratamiento médico o quirúrgico para el glaucoma deberían comenzar a monitorear el uso de estos servicios por sexo.

La diabetes es una “epidemia” creciente en gran parte de Asia y África, pero no hay datos adecuados para sugerir diferencias entre hombres y mujeres en la incidencia o utilización de servicios para retinopatía diabética.

El glaucoma y la diabetes son prioridades crecientes que podrían ser manejadas de manera más equitativa y efectiva si entendiéramos como hacerlo.

Fuente: Extraído del artículo publicado por Paul Courtright y Susan Lewallen para la revista Salud Ocular

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...