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jueves, 2 de agosto de 2012

Preguntas, anécdota y conclusión

Dentro de las preguntas más comunes que se le hacen a las personas ciegas son:
Cómo ven los ciegos?
Cuándo te quedaste ciego?
Te costó mucho rehabilitarte? o en el peor de los casos volver a tu vida normal?
Si le tocás la cara a alguien, ¿saben cómo es?
Cuando viajás en colectivo cómo sabés donde bajarte?
Cómo te vestís y elegís tu ropa?
Cómo sabés donde están las cosas en tu casa?

Creo que muchas tienen una respuesta de sentido común, pero las personas sin discapacidad ven a la ceguera con una ola de misterio que no tiene por que tenerla. El pensar que una persona sabe si uno es lindo o feo tocándole la cara es como pensar que uno sabe esto escuchando su voz. Si uno habla con alguien que no conoce por teléfono es absurdo pensar que sabrá si es rubio o morocho. Esto le pasa a los que ven y a los que no.

Es realmente curiosa la reacción que veo de personas que ven sobre las personas que no ven: me han llegado a decir....como puede estar tan feliz siendo ciega? El que pregunta esto no es feliz con su vida, con o sin visión, y no comprende que la ceguera NO es la persona ni hace a la persona, es una característica que la limita para realizar ciertas actividades, como puede ser estar con sobrepeso, o con yeso.

Anécdota:

Cuando iba con el bastón verde escuché a una señora hablando con otra y diciendo:
Mirá ahora los cieguitos tienen bastones de colores!

Seguí caminando sonriendo porque muchas veces las personas que rodean a una persona ciega o de baja visión no entienden que el que usa bastón escucha pero no ve, o sea escucha todos los comentarios hechos por los que la rodean.

Conclusiones:

En realidad creo que hay un gran desconocimiento sobre la ceguera y como vivimos en una sociedad muy visual las personas piensan que perder la vista sería terrible. De hecho, en unas jornadas sobre turismo accesible en las que participé les vendaban los ojos a los participantes y les daban un vaso con agua hirviendo con medialunas servidas en platos. Los asistentes debían servirse el té o café, edulcorante o azúcar y las medialunas. Estaban sentados en una mesa redonda, todos con ojos tapados.
Se trabajó también sentándolos en sillas de ruedas y haciendo un recorrido y tapándoles los oídos con tapones para simular la sordera para abarcar más discapacidades y trabajar el ponerse en el lugar del otro.
Al finalizar la experiencia la mayoría informó que dentro de las discapacidades que habían afrontado la ceguera había sido la más difícil por la falta de concepción del espacio.

Estos cursos y charlas que buscan que uno se ponga en el lugar del otro permiten que por unos minutos las personas sin discapacidad tengan una mínima aproximación de lo que significa tener una discapacidad, pero creo que no perciben realmente la realidad que vive la persona, ya que saben que esa experiencia se termina y vuelven a su rutina diaria.

Creo que se puso de muda la responsabilidad social y que la discapacidad hoy en día tiene más adeptos que cuando yo nací prematura en 1975. Sería genial que la gente que trata el tema de la discapacidad lo haga convencida que lo que ve en el otro es una persona con discapacidad y no solo trate el tema porque vende o porque está de moda.


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